A punto de dar por finalizado mi quinto curso como docente, son muchas las reflexiones a modo de resumen que se me están viniendo a la cabeza.
En mi vida anterior, yo era de las que siempre decía eso de “qué bien vivís los profes”... hasta que cambié de bando. Y he podido comprobar lo equivocada que estaba.
Porque ser profesor es un trabajo tan gratificante como intenso.
14 cosas que he aprendido en este (breve) periodo como docente:
- Hay que ser muy valiente para ponerse delante de un grupo de gente a dar clase
- La formación continua es imprescindible: aprender para enseñar como lema
- Es imposible caerle bien a todo el mundo. Por mucho que te esfuerces.
- Esto lo aprendí en mi época de recepcionista de hotel: No importa que tengas un mal día, tengas el problema que tengas , las malas vibraciones se quedan fuera de la clase/lugar de trabajo. La careta con la sonrisa siempre puesta.
- Impartir una clase implica estar al 100%. No puedes encerrarte en un despacho y/o aislarte del mundo. Hay que estar con los sentidos a tope, lo que no siempre es fácil, sobretodo si estás cansada o enferma
- Un 4,9 es un 4.9, aquí y en la China Popular
- Los alumnos se olvidan a veces de que también hemos sido alumnos… y nos las sabemos (casi) todas.
- Siempre hay excusas para todo: Salir antes para ir al dentista durante todo el curso cuando tienes una sonrisa perfecta, canta mucho.
- Entrar en clase con energía positiva y una amplia sonrisa es im-pres-cin-di-ble.(Ver punto 4)
- Siempre acabas cogiéndole cariño a (casi) todos los alumnos. Sí, incluso a ese cuyo carácter agrio se asemeja al de un gremlin mojado.
- Los viernes por la tarde a última hora deberían convalidar como un master en estrategia militar
- Dar clase es divertido. Sobretodo si tienes la suerte que yo he tenido hasta ahora con casi todos mis alumnos. Sí, siempre hay alguno que rompe los moldes. La perfección no existe.
- Da igual que tu nivel de paciencia sea mínimo. Cuando te conviertes en profesor aprendes a desarrollarla a niveles infinitos.
- Ser tutor es una gran responsabilidad. Pero si tienes la suerte de tener las tutorías que me han tocado hasta la fecha, es una responsabilidad dura pero gratificante.
En todos los años que llevo dando clases, tanto mis cursos iniciales en Adams Formación, como en mi actual trabajo en Monlau Centro de Estudios, o como en mi reciente incursión en Linkia FP, hay una cosa que me ha emocionado desde el primer día , y es el cariño de los alumnos. Cuando confían en ti, cuando te cuentan sus cosas o cuando, al acabar el curso, te dedican unas palabras, te envían un mensaje, te dan un abrazo sentido.. o te regalan dos botellas de vino dedicadas como me ha pasado este año en la graduación de hace una semana.
Guardo todos esos mensajes con cariño para releer esos días en los que dudo si estaré en el camino correcto. Me reconforta saber que mis esfuerzos han servido para algo y que tal vez no lo esté haciendo tan mal .
A todos mis alumnos de este curso que ahora termina y a los de años anteriores. Gracias.